Los pueblos que componen el Valle de Salazar y el Almiradío de Navascués, son localidades de arquitectura cuidada, donde arte e historia se dan la mano y junto a danzas, tradiciones y gastronomía ofrecen una amplia oferta cultural.
La belleza de sus pueblos pirenaicos mantienen todo el encanto de la época: calles empedradas, casas blasonadas de los siglos XVII y XVIII con preciosas portaladas, entradas de piedra, etxekartes, y antiguos tejados con tablilla de roble.
Cerrando los ojos mientras paseamos por sus caminos o callejeamos por sus pueblos, podemos imaginarnos a los almadieros navegando por el río Salazar, los pastores caminando hacia las Bardenas, historias antiguas y leyendas ancestrales como las de Basajaun o la del bardo Gartxot de Izalzu… la tranquilidad de nuestros pueblos y el carácter acogedor de sus gentes nos conducen a otras épocas de vida en el entorno rural.